jueves, 11 de septiembre de 2008

Mi impresión sobre...Matar al mensajero


Mi padre es un tipo curioso. A pesar de su escasa afición a la lectura posiblemente sea la persona que más libros ha traído a casa desde que tengo memoria. Habitualmente han sido libros que le han regalado o que directamente ha encontrado por ahí y que ha traído a casa pensando sobre todo en entretener al soso de su hijo, ya que siempre he tenido (vaya usted a saber por qué) cierta fama de lector en mi casa. Supongo que será porque desde pequeño pedía a mi abuelo y mi madre que me leyesen los bocadillos de esos papeles con dibujos antes de irme a dormir (ay, los Pocket de Ases, que tiempos). De hecho aún recuerdo la ilusión con la que recibí mi primera cartilla para aprender a leer hace tantos años, ilusión escasa comparada con la de mi familia, ya que por fin iba a dejar de dar la tabarra todas las noches con dicho asunto. Pero estoy divagando...

El caso del asunto es que mi padre tiene un compañero. Ese compañero tiene una hija y esa hija hizo la carrera de periodismo. Andando el tiempo escribió un libro (si, amiguitos, es ESTE libro) y andando un poco más de tiempo el compañero de mi padre regaló un ejemplar a mi padre. Mi padre me lo regaló a mi y yo estoy a punto de regalárselo a la estantería. Al ver la portada no es muy difícil adivinar que el libro es un a especie de ensayo sobre el asesinato del tristemente célebre Jose Couso en la guerra de Irak en 2003, acción analizada en el contexto de la precaria situación de los corresponsales de guerra.

Primero decir que me acerqué al libro con todo tipo de precauciones. Ya desde la portada se intuye claramente el posicionamiento ideológico del que goza la autora del libro (Ana María Plana Caloto), factor que aunque es prácticamente inevitable (me refiero a posicionarse ideologicamente en un libro de estas características) pocas veces ayuda a un trabajo totalmente objetivo como debe ser el de un periodista. Con estos presupuestos uno ya sabe, o cree saber, más o menos, lo que va a encontrarse y debo reconocer que en este aspecto el libro desde luego no decepciona. La autora hace el eje de todo su razonamiento la libertad de prensa que debe existir para que este poder funcione como tal, sobre todo en una zona de guerra como en este caso es Irak. Aventura la teoría (ampliamente difundida, por otra parte) que la muerte de JoseCouso entraba en una estrategia del ejército norteamericano para amedrentar a los periodistas independientes (aunque hoy día este tipo de vocablos me hagan mucha gracia) presentes en la invasión de Irak.

No nos confundamos. La autora no señala la muerte del cámara como el objetivo de los soldados estadounidenses, sino como una especie de efecto colateral del ansia americana de silenciar perspectivas de la guerra que pudiesen no casar con la suya propia. Dicho de otra forma, su intención no era matar directamente a periodistas, aunque el efecto fuese finalmente este. Dejando aparte la sintonía o no que se pueda tener con dicho enfoque, que la autora es cierto que expone con contundencia, el libro merece la pena tanto por este detallado planteamiento como sobre todo por la parte media del libro en la cual nos hace conocer un poco más el mundo de los corresponsales de guerra, las dificultades que atraviesan en su trabajo y las formas de actuación que tienen, rasgos todos ellos que debo reconocer que desconozco en su gran mayoría.

El libro así se divide en tres partes. La primera se dedica a narrar los hechos de la muerte de Couso, con la defensa de la teoría que ya he señalado un poco más arriba, la segunda en la que nos habla de la vida del corresponsal, por así llamarla, y una tercera en la que volviendo al caso Couso hace un pormenorizado repaso de las acciones legales emprendidas alrededor de este acontecimiento. Y posiblemente esta se la parte más farragosa de leer, tanto por exponer vericuetos legales que interesen posiblemente más a los juristas que al lector medio como por la reiteración continua de ideas expuestas anteriormente a lo largo de todo el libro. También es de destacar la comprensible pero aún así quizás excesiva implicación emocional de la autora con el caso Couso, factor que se deja intuir perfectamente en todo el libro, pero que es especialmente evidente en la tercera parte que menciono.

Por el resto el libro está bien escrito, con lenguaje llano abarcable para todo tipo de público, sin excesivos circunloquios gramaticales y con (cuando quiere) una capacidad de síntesis notable. Aún así tiene un fallo algo irritante, y es que el corrector del texto comete varios errores en toda la extensión del libro, errores que no se tienen muy en cuenta cuando se tratan de acentos o comas, pero si destacan mucho cuando son faltas ortográficas de más empaque. De todos modos si no sois especialmente pejigueros, como lo soy yo, este no es más que un detalle que no tiene porque interferir en el disfrute (o no) del libro.

He dicho.

2 comentarios:

vcucho dijo...

Bueno, joe por poco no me emociono a leer esas primeras palabras de tus inicios en la lectura, espero que conserves esa primera cartilla de lectura que tanto te alegró y alivió a tu familia,jaja!.
Por lo que comentas del libro veo que los analizado de arriba abajo,y no es que yo lo haya leído pero creo fielmente en tus palabras, y lógicamente aunque digan lo contrario bajo mi punto de vista ningún periodista es objetivo,ya que me parece imposible ser totalmente asi.
Por último y un poco fuera de la persona de el señor Couso ( que en paz descanse),quiero expresar y recalcar esa valentia por eso periodistas de la guerra, que se juegan la vida para informar,fotografiar y retransmitir todo lo que realmente está pasando en el frente y por mi parte me quito el sombrero todas las veces que haga falta.
Pero no solo ha ellos sino a todos los militares y civiles que sin quererlo se encuentran en la batalla dando barrigazos para salvar el culo,porque unos políticos dicen que allí están los malos.
A mí me gusta lo "militar",pero por favor PAZ!!!!!.
Perdona Tanque por tanta libertad de opinión.

vcucho dijo...

Se me olvidadba mis felicitaciones a la hija del compañero de tu padre,vamos a la señorita Ana (autora del libro), mis felicitaciones.
A ver si publicas tú uno,Tanque!