domingo, 28 de septiembre de 2008

Adiós al indomable...


Hoy es un día triste. Un día de estos que uno sabe que antes o después llegará, pero que de una manera u otra, casi irracionalmente, se desea que no lo haga nunca. Hoy el mundo se queda un poco más vacío del siempre escaso talento auténtico. Y hoy también nos quedamos sin una buena persona, y eso es posiblemente lo peor que nos puede pasar en cualquier momento.

Hoy ha muerto Paul Newman. Y con él, ha muerto toda una forma de entender no solo el cine, sino también el estrellato de los actores que conforman este siempre fluctuante negocio, este siempre fluctuante arte. Cada vez que una de las estrellas de Hollywood nos deja también deja un hueco en los corazones de todo aquel que se ha emocionado con sus películas. En el caso de Paul Newman deja un auténtico cráter de proporciones colosales.

El hombre de los ojos azules más intensos de la historia del cine protagonizó en sus casi cien películas momentos imborrables y retrató con una naturalidad asombrosa y una capacidad interpretativa monumental a personajes de todo tipo y condición. Nunca tomó la vía fácil. Hubiera sido sencillo para alguien con su más que evidente atractivo físico adoptar papeles de galán en decenas de películas y haberse llevado muerto el dinero. En vez de eso se alejó de algo tan obvio y decidió aceptar papeles arriesgados, saliendo airoso del empeño. De hecho fue uno de los primeros actores que en los sesenta compró su libertad para poder elegir las películas en las que actuaría a partir de entonces, como señalan en El País de hoy. Nunca tomó la vía fácil. En la cumbre de su carrera decidió aceptar nuevos retos más allá de las cámaras, y pasó a competir en carreras de coches, con resultados más que apreciables. Nunca tomó la vía fácil. En los ochenta decidió crear todo un sello de salsas de comida y repartir sus benefícios en tareas altruistas.

El Buscavidas, La gata sobre el tejado de zinc, La leyenda del indomable, El Golpe, Dos hombres y un destino... Una enorme retahíla de películas de las que resulta imposible quedarse solo con un puñado le convirtieron en una leyenda del cine de las auténticas, de las de primera división, de las de rabo y dos orejas. Un señor tanto dentro como fuera de la pantalla, como demuestra su matrimonio de más de cincuenta años, cosa casi inaudita en una estrella de Hollywood, aunque no viviera allí, sino en la costa este.

Por todo esto y por más cosas podemos decir que hoy es un día triste. Afortunadamente siempre podremos repasar sus películas para homenajearle como se merece y recordarnos a nosotros mismos que grande es el cine cuando lo realizan grandes actores. Se ha ido un buen tipo. Y yo, desde luego, le echaré de menos.

1 comentario:

vcucho dijo...

Tienes toda la razón se ha ido un personaje histórico que toda la humanidad recordará siempre.
La verdad que era un tipo guapo y todo un referente en este mundo.
En lo que comentas de su etapa de piloto de coches de carreras,era un enamorado de este deporte y no se le daba nada, a mi no me gustarái que un anciano me diera un repaso como el que a muchas habrá dado.
Descansa En Paz Paul.