
Situemonos un poco. En la larguísima etapa de Peter David en la colección del gigante esmeralda el guionista le hizo pasar por una serie de encarnaciones que respondían cada una a una personalidad distinta. Si habéis leído los posts de estos últimos días sabréis de lo que hablo. Si no, a leerlos, perracos. Bueno, pues el caso es que posiblemente la etapa que más brillantemente resultó de toda la estancia de David en la colección fue aquella en la que Doc Samson (el psiquiatra oficial del universo Marvel) conseguía unificar las diferentes personalidades de Hulk, incluida la de Bruce Banner, en una entidad super grande, super lista y super verde. En teoría para David esta era la versión definitiva de Hulk, al estar fusionadas todas sus personalidades en ella, aunque luego vino Paul Jenkins (otro guionista) para desdecirlo, pero para eso durante la historia que voy a tratar todavía quedaban algunos añitos.
El caso del asunto es que el argumento de la historia más o menos era el viaje en el tiempo de Hulk a un futuro post apocaliptico en el cual un tirano gobernaba la única ciudad que quedaba que podía habitarse de forma más o menos humana. El resto del mundo (al menos por la idea que nos transmite la historia) era un yermo radioactivo. Bueno, hasta aquí nada nuevo, un argumento mil veces repetido en un millón de historias. La gracia estaba en que ese tirano que gobernaba con mano de hierro la ciudad no era otro que.. la versión futura de Hulk, la cual había adoptado el nombre de "El Maestro". David jugaba con la idea que la misma radiación que había creado a Hulk le había alimentado durante cerca de un siglo mientras se desarrollaban las guerras nucleares hasta hacerse virtualmente invencible.
La historia apenas ocupa unas 90 páginas, pero su impacto en el desarrollo posterior de Hulk (al menos mientras siguió en las manos de Peter David) fue inmenso. Y no era para menos. ¿Cómo reaccionaríais vosotros si supieseis que en el futuro os vais a convertir en un déspota a la altura de Hitler? Cualquier persona con un mínimo de moral aborrecería la idea. De este modo comprenderéis el impacto que tuvo dicha experiencia en la vida del gigante esmeralda.
Pero este comic no solo tiene valor extrínseco, esto es, valor por las consecuencias del mismo en el desarrollo posterior del personaje, sino también un enorme valor intrínseco. El guión está perfectamente estructurado, dotando a las partes dramáticas del peso exacto que le corresponden y aliviándolas adecuadamente con toques puntuales de humor tan propios del guionista del que estamos tratando. Los diálogos son de lo mejorcito salidos de la pluma del escritor. Ágiles, nivelados, dotando de personalidad a cada personaje y enormemente útiles para que el lector se haga

En conclusión un comic excelente en todos sus aspectos, hecho con un cariño especial por todos y cada uno de los personajes que aparecen, además de con un evidente esfuerzo en su desarrollo tanto argumental como gráfico que cualquier lector, tanto novato como veterano, agradecerá. A ver cuando lo reeditan guapamente en yanquilandia, que la reedición española es para echarse a llorar...
He dicho